Sin alas ni raíces.
A veces le temo a tanta liviandad… sin raíces que me agarren al suelo, sin hijos que alimentar, sin religión que seguir, siento que una brisa nocturna podría sacarme volando por la ventana, y despertar en medio del aire o en medio del mar. Sin alas para planear, viajaría torpemente como un papel abandonado, sin peso ni maletas.